viernes, 7 de noviembre de 2008

Trois couleurs: Rouge

Krzysztof Kieślowski (1994)

Por fin he visto la tercera parte de esta trilogía de la que ya hable hace un tiempo, Trois couleurs. Después de una segunda parte que, pese a no llegar al grado de decepcionar, no queda más que una mal sabor después de la primera, la tercera esperaba ser la puntilla final a una trilogía que, empezaba bien pero que parecía iba a terminar por estropearse debido a la insistencia de los autores a no dejar las cosas bien hechas como están...

Rouge es el final del círculo de la visión de este autor sobre los tres valores que alumbraron a la actual Francia y que, desgraciadamente, ya han caído en el misticismo. El tercero y último, la fraternidad, es el eje de esta historia donde Valentine (una Irene Jacob fabulosa, que es prima hermana, en lo físico y en lo interpretativo, de Juliette Binoche) es el eje de una historia bastante coral. Lo que le pase, no es cuestión de contarlo aquí, pero solo decir que, junto a Jean Louis Trintignant borda una actuación basada en el gesto, propia de un cine visual, parco en palabras pero lleno de contenido, con una fotografía otra vez excelente y una forma de narrar muy lograda, sin adornos (esas estupideces que podemos ver en películas como Amélie), sin giros incongruentes y con una precisión milimétrica de la información dada, para decir cada cosa en su momento y para dejar al espectador satisfecho. Tal y como nos tienen acostumbrados en las dos películas anteriores, vuela sobre toda la trama, el eterno dilema del destino, del verdadero amor y la felicidad, que están, a mi modo de ver, mucho más presentes que los tres en los que dicen están inspirados los tres capítulos.

Nuestro amigo Krzysztof Kieślowski lo vuelve a conseguir, y por su nacionalidad no diríamos que esto es cine francés, ya que es polaco, pero sí que lo es. Después de toda la basura que se hizo en este país respaldada por la tan recurrida excusa de la innovación, conseguirán hacerme creer que han hecho (hicieron a principio de los 90) propósito de enmienda.

En fin, una trilogía interesante y de gran calidad, apta para saborear y disfrutar.

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